Tarde-noche
Era una tarde verde bajo un cielo celeste,
bóveda de lapislázuli volcada como un mar sereno.
En su cristal homogéneo
los árboles meditaban
y el viento los amaba
Yo, horizontal,
miraba su lento ondular,
el reventar de mansas olas en sus ramas.
Yo, ventana inmóvil sobre la tierra,
laguna ocular reflejando el tiempo,
miraba su paso en las sombras crecientes,
su andar imperceptible de minutero solar
Algunos pericos rasgaron el terso azul
e inmediatamente las heridas restañaron
recomponiendo la honda piel del aire
y del silencio
Cerré mis párpados,
entonces la noche cayó abrupta
como una jaula de petróleo.
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