Descubrimiento
Hasta hoy vi ésta página. Sabía del resultado, pero no que se había puesto ahí.
Antiguo solar para mis veleidades literarias y fotográficas, actualmente dedicado a presentar reflexiones, documentos y curiosidades sobre la fotografía. En lo sucesivo, mis trabajos fotográficos podrán ser vistos en "Flickr", cuyo enlace presento enseguida.
Es tan grande la huella de la tecnología en la práctica y la estética fotográficas, que difícilmente se puede hablar de fotografía sin hablar también de tecnología. Sin embargo, el error… el gigantesco error en el que a menudo caen quienes juzgan la tecnología analógica como obsoleta (del mismo modo que juzgan obsoletos los mismos artilugios digitales desde el momento en que entra al mercado alguno que los supera en X aspecto) es que muchas veces eso los lleva a confundir calidad técnica con calidad estética. Aunque son dos conceptos que están relacionados, no quiere ello decir que sean necesariamente asimilables y ésta diferencia hay que tenerla muy clara cuando se aprecia el arte fotográfico. Es sorprendente la cantidad de gente que juzga una fotografía no por lo que le transmite a nivel estético o de contenido, sino por la calidad del equipo con la que está hecha. Tal manera de pensar implica haber perdido por completo el norte y es como juzgar mala una pintura (o por lo menos no tan buena) porque no fue hecha con pinceles de pelo de marta. Quien así piensa confunde arte con tecnología y está confiando más en la maestría del técnico o el científico que en el arte del fotógrafo. Y aún aceptando que en el campo de la fotografía haya obsolescencia tecnológica, nunca la puede haber a nivel artístico partiendo de un único juicio sobre el material con el que está hecha una imagen.
Cierto día comentando un post en otro blog se me ocurrió que la película era como un lenguaje y que si ésta desaparecía iba a desaparecer toda la poesía que sería posible crear a través de ese lenguaje. Ya dialectos enteros de esa lengua están extintos, tales como el Kodachrome y otros. De ahí la necesidad que existe de luchar por su preservación, una tarea que compete, en primer lugar, a los fotógrafos mismos. Obviamente la mejor manera de proteger la película es consumiéndola… Disparar en analógico, aunque sea para ciertos proyectos más personales.
Así como deberíamos darnos el tiempo de ver y sentir las escenas, las cosas y las personas antes de disparar la cámara (bueno, evidentemente salvo cuando no hay tiempo para ello). Igual deberíamos dárnoslo cuando vemos fotos. Hoy en día se miran demasiado rápido y no nos damos el tiempo de sentir lo que ellas muestran. ¿Cuántas veces no me ha pasado que la belleza o el interés de una foto no se me revela de buenas a primeras, sino observándola detenidamente largo tiempo o luego de verla varias veces? También las fotos necesitan ser seducidas por nuestra mirada.
He aquí una bella publicación que viene a llenar un vacío. Se trata de una antología que retrata 50 años de historia de la fotografía nacional:
Uno carga con su sentido estético como carga con su cuerpo
Al cuerpo se le puede ayudar mediante dietas, ejercicio, cosméticos, trajes apropiados, y hasta alguna cirugía plástica, pero si usted es grande o pequeño, proporcionado o desproporcionado o del color que sea, es así y nadie lo cambia. Igual con la estética fotográfica… Uno hace las fotos que ella le permite. Lo más sano es aprender a conocerla, asumiéndola como es y tratando de estar contento con ella o al menos en paz, y siempre haciendo esfuerzos correctos para que luzca del mejor modo.
Un amigo me preguntó hace poco que para qué sigo haciendo fotos en blanco y negro, ya que según él es algo pasado de moda y un lenguaje que las nuevas generaciones no entienden para nada. Me lo ejemplificó con su hijo de siete años que rechaza categóricamente ver cualquier película en blanco y negro, porque está creciendo con una televisión repleta de imágenes de chillantes colores. Reconozco que la pregunta me dejó pensando mucho. No tengo la impresión de que el blanco y negro sea un lenguaje en vías de extinción… Basta abrir Flickr para ver la gran cantidad de fotos que aún se hacen de ese modo. Pero puede ser que de aquí a unos años cuando estas nuevas generaciones formadas con la televisión, internet y los videojuegos (todos repletos de imágenes en color) crezcan y comiencen a producir sus imágenes, el blanco y negro desaparezca o será visto como una curiosidad a la que la gente le encontrará que le falta algo... o mucho. Solo el tiempo lo dirá.
Hoy hace exactamente cuatro meses anuncié que iba a dejar de subir fotos a este blog para dedicarlo más bien a ampliar lo que había venido llamando "mi soliloquio fotográfico”. Fue también en ese momento cuando comencé a colgar sistemáticamente mis imágenes a Flickr, a un ritmo de una o dos diariamente. Ayudado por el instrumental estadístico que me ofrece ese sitio y haciendo un balance aproximativo de lo que ha sido mi experiencia por allá hasta el momento, encuentro algunas cifras llamativas. No es que yo sea muy aficionado a los números, pero ciertamente tienen lo suyo que decir, veamos: Hasta hoy tengo subidas en total 442 fotos (lo que es prácticamente cero comparado con las 5 mil millones que integra el sitio... ¡O las 16 mil millones de Facebook!), de ellas 277 son visibles al público en general y 120 son restringidas (no se imaginen porno o algo así, sencillamente son galerías para amigos y familiares con fotos de eventos de carácter privado). En un cuatrimestre esas 277 fotos públicas han recibido unas 17 600 visitas, lo que significa un promedio de 144 accesos por día, 1100 por semana, 4400 al mes. Aunque como es lógico hay días con mayor o menor número de accesos... El máximo absoluto fue de 500 y pico cierta fecha de agosto... el mínimo de setiembre fue de 73 y hoy por ejemplo ha sido de 200. Si saco la media de visitas por foto, llego a la cifra de 63, es decir, cada foto habría sido vista una vez cada dos días. Por otra parte, casi la mitad de esas imágenes ha sido definida por algún visitante como favorita y un poco más de la mitad han sido comentadas al menos en una ocasión. Las fotos que han recibido tres o más menciones de favoritas las he puesto en una carpeta especial que está constituida por 40 trabajos. La más favorecida (Trafalgar Square) cuenta con 37 escogencias. Sin embargo, si se combina el número efectivo de visitas por foto, con las que han sido comentadas y con las que han recibido menciones de favoritas -método que sirve a Flickr para sacar el orden de las más interesantes-, resulta que esa misma foto solo llega en cuarta posición. Además, curiosamente las 7 primeras de la lista son en blanco y negro, habiendo entre ellas un solo retrato. Las seis restantes, lo que muestran, son figuras anónimas o bien paisaje urbano. Hay también dos fotos que han obtenido premios en concursos internos a Flickr. Una un primer premio (de nuevo Trafalgar Square) y otra un tercero (de un total de tres que he inscrito en concursos)
Esa experiencia me ha permitido también establecer contactos con unos 90 fotógrafos de las más variadas nacionalidades, de los cuales 6 o 7 se han convertido casi en amigos de los cuales tengo noticias con cierta frecuencia. También estoy participando, con al menos una foto, en unos 170 grupos temáticos. Esta ha sido una experiencia que personalmente me ha aportado mucho a nivel formativo, porque me ha permitido ver muchos trabajos de gran interés y hasta el momento he escogido unas 900 fotos como mis favoritas y hasta tengo una galería, curada por mí, con 12 trabajos ajenos de foto callejera que considero de lo mejor.
Ahora bien, quizás algunas de las cifras que he dado haya que matizarlas con algunas suposiciones (porque no hay manera de corroborar que así funcione realmente), por ejemplo: es probable que de los 144 accesos diarios, una tercera parte sean hechos por las mismas personas de forma rutinaria y otra tercera parte por servidores automatizados que establecen enlaces por medio de ciertas palabras clave, pero esto último no quiere decir que se le preste una atención particular a la foto. Y de la tercera parte restante, es muy posible que solo una mitad -es decir, unas 24 personas- represente el contingente efectivo de nuevos visitantes que llegan diariamente a ver alguno de mis disparos.
En resumen y aunque no todo sea susceptible de ser interpretado a través de números, encuentro que mi experiencia en Flickr ha arrojado en este lapso de tiempo un balance bastante positivo que espero siga creciendo en el futuro.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aunque Flickr no es un sitio comercial, ciertamente es una plataforma para promover el trabajo de diversas maneras. Desde ese punto de vista debo decir que los frutos, en términos estrictamente económicos, han sido cero (o más bien negativos, si considero los 25 dólares que cuesta la suscripción anual, así como el costo de la conexión y el tiempo consumidos). Nadie ha mostrado interés en obtener la licencia de alguna de mis fotos; ni en comprarme una copia aunque sea pequeña; ni ninguna de ellas ha servido para hacerme de cliente alguno (digo, no a través de Flickr, porque algunas de las fotos que ahí muestro sí las he podido vender, pero por otras vías)… bueno, quizás un par sí, pero no puedo afirmar con toda certeza que lo que vieron estos clientes en Flickr haya sido la razón principal del encargo que me hicieron, porque también hubo amistad de por medio. Entonces no creo casual que este cero comercial corresponda al cero que representan mis fotos en la masa total de Flickr, donde incluso mi imagen más popular (Ángel del diluvio con 343 accesos) es prácticamente invisible comparada con ciertas fotos que, por sí solas, han recibido más visitas que todos mis trabajos juntos en estos cuatro meses. Así las cosas, Flickr es sencillamente por el fun y por amor al arte… y por supuesto para negocio de sus dueños y quizás de unos cuantos fotógrafos muy afortunados y muy buenos, claro está… ¡Que siga la fiesta pues…y que viva la foto!
Algo que me ha enseñado la fotografía es a palpar muy de cerca eso que los budistas llaman la impermanencia, ese principio de la fluidez del mundo, de que lo que en un instante estaba allí al siguiente ya no está, algo especialmente cierto en el caso de la foto callejera que tanto me gusta. Dentro de ese contexto la fotografía es una pequeña revuelta o un acto de resistencia simbólico contra esa implacable ley del universo, revuelta destinada al fracaso quizás (por su carácter ilusorio), pero bella por su romanticismo y sentido de la utopía.
Aspiración de una época: lograr la cuadratura del círculo, o lo que es lo mismo: meter tres dimensiones en dos. Hoy en día, cuando ya hay pantallas tan delgadas como una hoja de papel, es decir, virtualmente bidimensionales, tenemos que la imagen por su parte busca a toda costa convertirse en imagen tridimensional. ¿Seremos capaces de pasar de la aspiración a la inspiración?
Ya hoy muchos fotógrafos ni lo consideran, pero la decisión de tomar una foto en digital o en analógico, es tan importante, artísticamente hablando, como la elección de un formato de cuadro, de un encuadre, de una focal, de una apertura, de una velocidad, de un ISO o de cualquier otro aspecto que tenga un impacto directo en la forma en que una imagen va finalmente a ser vista. Ahora muchos fotógrafos se van directamente a lo digital ya sea por facilidad, por economía (que tampoco es tan clara), por pereza, desconocimiento, miedo o porque sienten que no les queda otra opción, cuando deberían procurar, por todos los medios a su alcance, crearse la posibilidad de poder trabajar también en analógico como un medio de extender su gama expresiva.
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Tengo la impresión de que la fotografía en blanco y negro es más sintética, más precisa, más directa y que por lo general tiene más fuerza que la fotografía en color. Pero también me parece que en cierto sentido miente más, ya que el mundo no es en blanco y negro… Aunque ahora que pienso en las saturaciones extremas y en los cambios de tono tan usuales en la fotografía en color, ya no estoy tan seguro y se me ocurre que en el fondo quizás el blanco y negro sea también el hueso de la verdad (a pesar de que pueda sufrir algún grado de osteoporosis).
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Asimilar una foto en blanco y negro digital a una foto en blanco y negro químico es como asimilar un acabado de madera sintético a un verdadero acabado en madera. Se parecen claro, pero no son lo mismo. Por supuesto que esto no prejuzga de la calidad artística del resultado porque así como hay escultores en madera chambones que no producen buenas obras, los hay en materiales sintéticos que hacen maravillas.
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Una fotografía digital que busque, mediante la aplicación de filtros y otras técnicas informáticas, parecerse a lo que se obtiene con determinadas películas y técnicas de procesado químico, es como pretender pintar un óleo por medio de una computadora. Hay cosas que copiadas resultan sencillamente pobres y hay una especificidad de los resultados técnicos que únicamente se obtienen por la puesta en práctica de los procesos históricos que sirvieron para lograrlos y que nos sirven de referencia. Por supuesto que hay una zona de confluencia -como la creada por dos círculos que se intersecan-, donde las características de uno y otro tipo de fotografía se parecen tanto que da igual, o es muy poco relevante, con qué técnica se hagan.
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Ciertamente la fotografía es geometría como pensaba Cartier-Bresson, pero no solo compuesta de líneas y volúmenes, sino también de luces y sombras. Y en el caso de la fotografía en color, de una arquitectura de diversos matices
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Con las cámaras de video que hacen fotos el “momento decisivo” se ha dilatado y se podría medir en algunos casos en varios segundos e incluso minutos. Sin embargo, no solo hay "momentos decisivos", sino también "lugares y encuadres decisivos”. Para ésto no hay "metralleta fotográfica" que valga, solo el talento del artillero.
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Hay tal cantidad de fotógrafos ametrallando con sus cámaras debido a la dificultad que tienen para encontrar “el momento decisivo”, que ahora entiendo bien porque las cámaras fotográficas se han convertido en cámaras de video que hacen fotos. Si uno tiene claro lo que busca no hay necesidad de disparar ninguna ráfaga. Una o dos exposiciones son suficientes… pero en el momento justo.
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Hay quienes piensan que la fotografía debe ser un guante de boxeo. Yo no creo que eso tenga que ser necesariamente así. Puede también ser uno de seda, capaz de provocar las más delicadas emociones... de hecho es lo que prefiero y por razones análogas trato de usar la cámara como un discreto periscopio para asomarme al mundo, no como un bazuca disparando a quemaropa. Por lo demás, nada más elegante que una bofetada con un guante de seda.
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¿Habrá algo más hermoso en el universo de la fotografía, y desde un punto de vista técnico, que una diapositiva bien expuesta? No creo, nada la ha superado, ni siquiera la prepotente tecnología digital a alcanzado la delicadeza y amplitud de gama tonal, ni la profundidad cuasi tridimensional de una diapositiva. O que me lo demuestren porque yo no he visto la prueba. Pues bien, hace poco me enteré que el único laboratorio en nuestro país que revelaba diapositivas dejó de hacerlo desde el año pasado. ¡Qué tristeza! Me asombra ver como en algunas ocasiones la gente renuncia a la calidad de forma tan dramática…. Si al menos alguna vez hubieran visto a través de un "viewmaster"… o tal vez ya lo olvidaron.... o quizás simplemente no los impresionó... subestimamos tantas cosas buenas.
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Autofoco, detector de rostros, video del cual se pueden extraer fotogramas, automatización a ultranza. Todas y cada una de las conquistas tecnológicas que inciden sobre el mejoramiento de la calidad de una fotografía deberían excluirse como criterios de evaluación del trabajo de un fotógrafo, porque el talento que antes este requería para obtener buenos resultados pasó a manos de los ingenieros constructores. Es decir, los fotógrafos que aún pretenden ser reconocidos por esas calidades defienden un concepto obsoleto. Lo único que aún define verdaderamente a un fotógrafo es lo que ya decía antes y que se resume a esto: el punto de vista, lo que incluye tanto aspectos formales como conceptuales.
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Con cámaras que disparan ráfagas de 10 o más fotos por segundo ya “el momento decisivo” pierde protagonismo. Lo que recupera valor es lo que siempre estuvo ahí, pero devaluado por la tiranía del instante: el punto de vista, dónde estás parado, cómo construyes tu imagen, qué ingredientes pones en ella... Todos sólidos valores forjados por la tradición pictórica de la cual la fotografía es legítima heredera.
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El mundo no tiene ninguna necesidad de la fotografía (en ese sentido es totalmente inútil), pero la fotografía vive de él. Es un gran amor no correspondido… una tragedia romántica.
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Algo muy hermoso de la fotografía es lo que podría llamar su transparencia, el hecho de que ninguno de los miles de millones de clichés que se han tomado, ha detenido jamás el movimiento real del mundo, dejando su "virginidad fotogénica" intacta, como si el acto fotográfico jamás hubiera existido.
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Para mí el amor a la fotografía no es solo amor a la imagen, sino también a nuestro entorno y a la maravillosa tecnología que logra inmortalizarlo.
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Así como tener un bolígrafo en la mano no nos convierte en Borges, en Fuentes o en Cortázar, tampoco tener un camarita en el teléfono nos transforma en Sebastiao Salgado o en Robert Doisneau. Pero lo mismo aplicaría si tuvieramos un Mont Blanc o una Leica (a propósito de que "hoy todos somos fotógrafos").
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La búsqueda de la originalidad en la fotografía no reside tanto en el invento de nuevas estéticas, cosa que me parece ampliamente explorada y agotada, sino más bien en la captura eficaz y atractiva de instantes siempre inéditos e irrepetibles.
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La belleza o fealdad de un tema es irrelevante en fotografía, lo que importa es la belleza de la captura.
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Una buena foto comienza con una perturbación de la mirada.